Pensamientos, reflexiones y conceptos psicoanalíticos bajo una perspectiva basada en las teorías de Sigmund Freud y Jacques Lacan. Por Silvia Kanievsky.
"Goce": De Freud a Lacan.
Muchos son los textos en los que Sigmund Freud enunció de manera magistral lo que hoy, gracias a la enseñanza de Jacques Lacan, podemos denominar "goce". "...la enfermedad produce a los enfermos cierta satisfacción, de manera que todos ellos se resisten parcialmente a curar..."
En el psicoanálisis, el concepto de "goce" surge como una evolución del pensamiento freudiano sobre el placer y el sufrimiento que provienen de los síntomas neuróticos. Freud, en su teoría de las resistencias al tratamiento, describe cómo la enfermedad no sólo produce sufrimiento, sino también una satisfacción inconsciente. Esta satisfacción, que puede manifestarse como lo que Freud llama la "ganancia secundaria", hace que los pacientes se aferren a sus síntomas, resistiéndose parcialmente a la cura. A esta tendencia Freud la relaciona con el principio de placer y las fuerzas inconscientes que lo determinan, señalando que los pacientes, aunque buscan alivio, obtienen una satisfacción oculta en el propio sufrimiento.
Freud aborda esta resistencia en varios textos, incluyendo la Conferencia 19: "Resistencia y represión", donde observa que los síntomas neuróticos no son simples perturbaciones, sino también fuentes de una satisfacción psíquica. Esta paradoja —la coexistencia de sufrimiento y satisfacción— plantea uno de los desafíos más profundos en el proceso analítico: el paciente, aunque desea curarse, se resiste por el goce que obtiene de sus síntomas.
Jacques Lacan retoma esta noción freudiana y la expande con su propio concepto de goce. A diferencia del simple placer que Freud describe, el goce en Lacan tiene una dimensión más compleja y transgresora. El goce no es simplemente el placer; es una forma de satisfacción que va más allá del principio del placer y se acerca al sufrimiento. Es un tipo de satisfacción en la que el sujeto insiste en disfrutar de su propio malestar, un disfrute que, al mismo tiempo, lo destroza.
Para Lacan, el goce se vincula a la relación del sujeto con el Otro, el gran enigma que estructura el deseo. El síntoma se convierte en un medio a través del cual el sujeto experimenta el goce, aunque este lo consuma. En este sentido, el goce es una respuesta a lo que Freud identificaba como la resistencia: el sujeto se aferra a sus síntomas porque en ellos encuentra una satisfacción singular, aunque destructiva.
La diferencia entre ambos psicoanalistas radica en que, mientras Freud veía en la resistencia una barrera a la cura, Lacan considera el goce como el núcleo mismo del síntoma. En lugar de eliminarlo, el análisis lacaniano busca desplazar el goce, reconfigurando la relación del sujeto con su deseo y su síntoma.
Así, lo que Freud conceptualizó como resistencia y ganancia secundaria en el contexto de la enfermedad, Lacan lo lleva más lejos al identificar el goce como una satisfacción fundamental que define al sujeto neurótico. El análisis lacaniano no busca simplemente el alivio del síntoma, sino explorar cómo el sujeto goza en él, permitiendo así una transformación más profunda.
Este enfoque conecta a Freud y Lacan a través del desarrollo de un concepto central: el goce, una noción que transforma nuestra comprensión del sufrimiento y la satisfacción en el psicoanálisis.
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